lunes, 14 de enero de 2008

El ciclo de la vida jurígena

En la escala evolutiva jurídica, el DI se ubica en el grado más avanzado de proyecto de ordenamiento normativo; contradictoriamente, su carácter primitivo en comparación al Derecho Interno de los Estados, es una de sus más rasgadas características. Esto demuestra nivel de desarrollo disímil que ambos presentan.

El Derecho Internacional Público resulta ser el alfa y el omega del orden jurídico universal. De él derivan y en él se depositan, dentro de su respectivo ámbito de competencia material, las más avanzadas normas de convivencia en términos de evolución ético-socio-cultural de la juridicidad; en él comienza y en él termina el ciclo de toda vida jurígena.

Verifica lo dicho, el hecho de que si bien la norma hipotética fundamental la encontramos ubicada en el DI, más precisamente en el uso establecido de los Estados, no podemos desconocer que el mismo necesariamente presupone, a su vez, una instancia u orden jurídico anterior. El Estado.

En el principio, y desde la cima de la pirámide jurídica, se encuentra la norma hipotética fundamental de Derecho Internacional, y es en ese sentido que constituirá un manantial de juridicidad, y a su vez, un factor de legitimación de las demás normas que le sigan en jerarquía normativa dentro del sistema jurídico universal. Así, ante un conflicto normativo, se le debe asignar primacía al derecho internacional conforme lo prescribe la Convención de Viena de 1969 sobre Derecho de los Tratados.

Pero el uso establecido del Derecho Internacional Público y su consecuencia positiva, las normas jurídicas del DI, se han ido constituyendo sobre la base de la conciencia jurídica común de los pueblos, conciencia que se ha elevado por sobre los principios de derecho positivo interno de los Estados luego de que estos se sedimentaron en el inconsciente de la humanidad.. El final. En síntesis, dichas normas, presuponen aquellos principios jurídicos coincidentes en los que se asientan los ordenamientos positivos de los pueblos civilizados.

Estos principios jurídicos fundamentales son los que constituyen la base del DI, solución positivizada, a su vez, por el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.

De todas maneras, si bien el DI se encuentra en la cúspide del sistema jurídico, no existe entre el DI y el Derecho interno de los Estados la misma relación temporal que se da dentro del Estado entre las normas dictadas en consecuencia de su propia norma fundamental. No se dio entre derecho interno y el derecho internacional, una necesaria relación que se haya desarrollado al amparo de un orden secuencio-temporal. Por lo tanto, no es interrogante que debamos responder ¿cuál fue primero?. Desde esta perspectiva es irrelevante.

Por el contrario, esta vinculación se ha caracterizado por ser de naturaleza atemporal, retroalimentativa y bidireccionalmente dinámica. En este sentido, el DI es fuente receptora y creadora de normas jurídicas de aplicación en el ámbito interno de los Estados.

Así se completa el cuadro evolutivo del ordenamiento jurídico, pues el sistema universal no es hermético ni estático. Este es un mero acercamiento al ciclo en el cual se constituye el principio y fin de la dialéctica positivista.

lunes, 7 de enero de 2008

Hannah Arendt ¿QUÉ ES LA POLÍTICA? (Was ist Politik? Publicado en 1993)


Hannah Arendt (Linden, Hanover, Alemania, 14 de octubre de 1906 – Nueva York, Estados Unidos, 4 de diciembre de 1975), es considerada teórica política de nuestra contemporaneidad. Es sus trabajos, Arendt trata sobre la naturaleza del poder, y temas como la política, la autoridad y el totalitarismo en general y sobre la Shoah. Sus finos análisis sobre la sociedad que la rodeaba la encumbran como una de las más grandes pensadores de todos los tiempos.

Un reseña de su obra: ¿Qué es la política?

Ocurre algo especial con el libro ¿Qué es la política? de Hannah Arendt: es fragmentado. Si bien todo libro se divide en capítulos o algunos empiezan y terminan de un solo trancazo, la peculiaridad de este libro estriba en sus ideas puras. Razón de esto fue la imposibilidad de la autora de publicarlo compatible a su proyecto Introducción a la Política. El atraso, sus compromisos con organizaciones, los continuos discursos y homenajes dejaron el proyecto en una fase casi terminada.
No está incompleto, da miedo mejor, que sus ideas y hasta sus correcciones estén referenciadas en sus notas de pie de página.

Igual el libro está separado con varios títulos que otorgan una explicación ejemplar de la política: ¿Qué es la política?, ¿tiene la política algún sentido? y asuntos sobre la guerra, la aniquilación y un abordaje magistral de la historia griega y romana. Estos temas son manejados grosso modo en esta compilación de manuscritos.

Arendt dice que la pluralidad es la condición para que los hombres vivan la política. Precisamente es la pluralidad la que conduce a los hombres a estar juntos, la política trata los cuerpos políticos, siendo ellos finalmente los que conducen a la organización. El hombre comienza a ser político, dice, cuando está entre hombres, cuando se establece como relación. Esta condición de ubicarse ‘entre’ conduce a la acción.

El ejercicio sobre la definición y el sentido de la política se enfrenta a los prejuicios. Los prejuicios contra la política es una mancha que condiciona el conocimiento y comprensión de la política. El prejuicio, dice, “es producto de ‘un decir’, de ‘un se opina’, de una experiencia generalizada. Ocultan un pedazo del pasado”. Una interpretación sobre ese ocultamiento de las reminiscencias históricas, sustenta de algún modo el ensañamiento de Arendt con la polis de Grecia. En la polis, relata, la política buscaba la libertad. La explicación arendtiana en la polis como muralla donde hombres participaban asiduamente en las deliberaciones públicas, es la muestra de la vida política libertaria.


La inspiración de los desarrollos de la política griega nos lleva a la parte más interesante de esta obra, si se quiere. Me refiero al objetivo de responder a la pregunta de que si la política tiene aún algún sentido. Subrayo el adverbio de tiempo ‘aún’, pues la respuesta se fundamenta en el Mundo Moderno[1]. Antes de referirse a esa pregunta, ella destaca el objetivo principal de la política: la subsistencia de la vida, de la humanidad. No obstante, dando vuelta a la realidad examina el prejuicio de la política referido a la violencia y la era nuclear. Dicho en otras palabras, de qué sirve pensar que el sentido de la política es la libertad y la conservación de la vida, si el mundo entero se arma y vive en permanente caos. Sobre el particular Arendt sostiene que “si es verdad que la política es algo necesario para la subsistencia de la humanidad, entonces ha empezado de hecho a auto-liquidarse, ya que su sentido se ha vuelto bruscamente falta de sentido”. Esta pregunta es el fundamento para empezar a reflexionar sobre la política.

El segundo núcleo temático de Arendt, se refiere a la guerra. Atiende a las definiciones de Clausewitz sobre la guerra: “es una continuación de la política con otros medios”. Aquí, el tono es parecido a la profesora de ciencias políticas, estableciendo con exactitud y con otra visión las definiciones de guerra, violencia, en el marco de los parámetros políticos maquiavélicos de medios-fines.
Arendt aclara que si bien la guerra es la extensión de la política con otros medios, éstos medios no son políticos per se. La guerra utiliza la violencia como instrumento. Recuerda que “una de las características principales de la acción violenta es que necesita de medios materiales e incorpora al contacto entre los hombres instrumentos que sirven para coaccionar o matar”. Insisto que estas definiciones están relacionadas con los reductos académicos de su ensayo Sobre la Violencia incluido en su libro La crisis de la república.


Todos estos elementos que se suscitan en el ejercicio de la política y su marco de medio y fines lleva a Arendt a distinguir entre lo que significa fin, meta y sentido. Escuchemos a Arendt: “El sentido de una cosa, a diferencia del fin, está siempre encerrado en ella misma y el sentido de una actividad sólo puede mantenerse mientras dure esa actividad. […] Con el fin de algo ocurre precisamente lo contrario; sólo hace su aparición en la realidad cuando la actividad que la creó ha llegado a su término […] Finalmente, las metas a que nos orientamos, establecen los criterio a los que debe juzgarse todo lo que se hace; sobrepasan o trascienden el acto en el mismo sentido en que toda medida trasciende aquello que tiene que medir”.
Haciendo conclusiones, esta premisa quedaría:

Metas: líneas de orientación, directrices.

Medios: violencia: guerra, revoluciones.

Sentido: libertad.

Fines: defensa o dominio.

Finalmente, explicados estos conceptos en el entendido de que sean compatibles con la real intención de su autora, hay que cerrar con los motivos por los cuales la política es prejuiciosa: “Puesto que nuestras experiencias con la política se han dado sobre todo en el campo de la violencia, nos parece natural entender la acción política según las categorías del coaccionar y ser coaccionado, del dominar y ser dominado, pues ellas se hace patente el auténtico sentido de todo acto violento”.

El carácter fragmentario de ¿Qué es la política? no me permite establecer una conclusión a todas luces. Esto no nos exime ni excusa para indicar que en esta obra de Arendt prima la historia griega como apología par excellence de la política, sus valores y los medios y fines que implica. Pero en la Antigüedad esto era diferente. Las concepciones de guerra, de política interior y exterior fueron interpretadas en Grecia, por lo menos en otro sentido, pero este no es el momento para explicarlo. Sólo deseamos destacar la idea política griega y su influencia en el pensamiento occidental.
La guerra, las revoluciones y las inminentes guerras atómicas y la violencia en general le restan sentido a la política. La beligerancia y la pugna, naturales de las relaciones, sean humanas o interestatales, convierten a la política en un prejuicio.


[1] ‹‹La Edad Moderna no es lo mismo que el Mundo Moderno. Científicamente la Edad Moderna, que comenzó en el siglo XVIII, terminó al comienzo del XX; políticamente el Mundo Moderno en el que hoy día vivimos nació con las primeras explosiones atómicas››. Arendt establece esta distinción en el prólogo a La Condición Humana.